El Sistema Nervioso Autónomo se divide en dos tipos:
Simpático: Permite los procesos catabólicos o de gastos de energía.
Parasimpático: Permite los procesos anabólicos o de reserva de energía.
Gracias a un sistema de feedback, ambos consiguen trabajar de forma complementaria y hacer que nuestro cuerpo responda de forma adecuada a las diferentes situaciones.
El sistema nervioso parasimpático juega un papel fundamental en el mantenimiento de la salud mental y física. Este sistema ayuda al cuerpo a calmarse y volver a un estado de reposo, tras una reacción de estrés.
En estado de reposo, se produce una disminución de la tensión arterial y un aumento de la circulación de la sangre, permite el correcto funcionamiento de la digestión, la relajación de esfínteres, contracción del detrusor y aumento de la secreción de orina.
El Sistema Parasimpático, permite reducir la entrada de oxígeno, contribuyendo a que la energía del cuerpo se encuentre dentro de la normalidad, además de estar involucrado en la excitación sexual.
Por su parte el sistema nervioso simpático libera dos hormonas en respuesta al estrés. Esto resulta en una “subida de adrenalina”, o una sensación de urgencia durante condiciones estrés.
Situaciones tan comunes como correr para coger el metro y no llegar tarde al trabajo, reaccionar a tiempo para que el vaso no caiga el suelo, para que nuestra mascota no se escape por la puerta o nuestro hijo no se lleve lo peligroso a la boca, son ejemplos de la importancia de este sistema.
Los problemas en este sistema nervioso autónomo o en alguna de sus partes pueden dar lugar a diferentes problemáticas o enfermedades como por ejemplo:
- Dolores de cabeza, pérdida de memoria y dificultad para hablar
- Afecciones en el corazón y las arterias.
- Trastornos en el sistema respiratorio.
- Fibromialgia, caracterizada por dolor muscular crónico, sin origen conocido.
- Disfunción eréctil.
- Esclerosis múltiple y enfermedades degenerativas del sistema nervioso, entre otras.
El Sistema Nervioso forma parte de nuestro cuerpo y, por tanto debemos de preocuparnos por su estado y cuidarlo. La mejor forma de hacerlo es mantener hábitos saludables como practicar algún deporte, equilibrar nuestra alimentación, dormir y descansar al menos 8 horas diarias, siguiendo los ritmos circadianos, reducir la ansiedad y el estrés.