“El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”, es un proverbio Budista que nos explica en simples palabras la forma en la que podemos asumir un dolor de espalda.
Este manifiesta de dos maneras:
- El dolor agudo que se produce de repente. Puede ser causado por una mala postura al levantar peso y suele tener corta duración.
- El dolor crónico que se puede prolongar durante varios meses y suele estar asociado a daño.
La forma en la que asumamos ambos tipo de dolor es lo que varía la opción de padecerlos.
Podríamos decir que presentar un dolor agudo puede aparecer en cualquier momento debido a una mala postura o movimiento al levantar peso.
Ante este tipo de dolor lo mejor es no hacer nada, pues el cuerpo tiene gran capacidad de recuperación y según diversos estudios científicos casi un 70% de las hernias se reabsorben de manera espontánea.
Sin embargo, lo más común ante un dolor agudo es tomar analgésicos, pero según diversos estudios, su uso alivia el dolor a corto plazo (dolor), sin efecto relevante después de un tiempo. Es entonces cuando aparece el dolor crónico (sufrimiento), que tiende a tratarse con inyecciones y cirugías, sin que el mismo termine de desaparecer.
En este sentido, la actividad física y el ejercicio aparecen como la mejor solución, siendo la mejor decisión que puedes tomar ante el dolor, pues acelera la recuperación y te ayudará a mantener una espalda fuerte capaz de resistir los esfuerzos a los que la sometemos.
Según los expertos el gran beneficio del ejercicio es que actúa a través de múltiples mecanismos, atacando el problema de raíz: movilidad, fuerza, circulación y sistema nervioso.
Adicionalmente, hemos visto como la ozonoterapia disminuye el dolor en forma instantánea y produce un efecto analgésico que puede perdurar por varios días. Luego se debe realizar otra sesión si es necesaria.
En los casos de lumbalgia crónica el dolor suele cesar por completo después de haber efectuado entre 3 y 6 sesiones, exceptuando casos en que la causa del lumbago es una patología reumática crónica.
La aplicación de ozono terapéutico junto con la actividad física con fines terapéuticos puede realizarse sin contradicciones de edad, siempre y cuando, tomemos los recaudos necesarios y seamos asesorados correctamente por un profesional.