Al igual que un coche utiliza distintos octanajes de gasolina para andar, nuestro metabolismo tiene la capacidad de obtener y utilizar combustible según las necesidades que se presenten, a eso le se denomina flexibilidad metabólica. Estos combustibles son la glucosa, ácidos grasos y aminoácidos y se obtienen por la degradación de carbohidratos, grasas y proteínas respectivamente. El cuerpo utiliza un combustible u otro según la cantidad de energía demandada por unidad de tiempo.
- El carbohidrato se convierte en glucosa, un combustible que usan las células y que se almacena en forma de glucógeno para cumplir importantes funciones como mantener la temperatura de nuestro cuerpo. Si superan las reservas disponibles la glucosa puede almacenarse como grasa.
- La proteína es utilizada para construir músculo, hormonas y neurotransmisores. Cuando esta sobra, el cuerpo no puede almacenarla directamente y la convierte en glucosa a través de un proceso denominado gluconeogénesis.
- La grasa puede usarse como energía para funciones estructurales como la construcción de membranas celulares u hormonas. Ante un exceso puede almacenarse directamente como grasa subcutánea o intramuscular.
En la mayoría de nosotros las vías metabólicas que sirven para quemar grasa corporal se encuentran atrofiadas por distintas razones. Una de ellas es la gran cantidad de hidratos de carbono que se ingieren diariamente y provocan una excesiva dependencia de la glucosa como sustrato energético (combustible). Esta es la forma más económica de nuestro cuerpo para producir energía y ahorrarla.
De esta manera el cuerpo responde automáticamente y decide que tiene suficiente glucosa disponible, por lo que no necesita quemar grasa. Esto tiene graves consecuencias pues provoca resistencia a la insulina y favorece la aparición de diabetes, obesidad y enfermedades asociadas al síndrome metabólico.
El concepto de flexibilidad metabólica está directamente ligado a la insulina, al participar esta hormona en la decisión sobre el combustible a utilizar: si se eleva promueve la quema de carbohidrato, si desciende permite el uso de grasa.
Por lo general la causa tiene que ver con una alimentación inadecuada basada en alimentos procesados como dulces, harinas refinadas, bebidas carbonatadas, sumada a una vida sedentaria y baja actividad fisca, resultado una bomba de tiempo.
La naturaleza de nuestra flexibilidad metabólica
Nuestro cuerpo está diseñado para tener una buena flexibilidad metabólica, cuando ingerimos alimentos la energía sobrante se almacena en forma de proteína y glucógeno en nuestros músculos e hígado. Cuando nuestros antepasados se encontraban en periodos de no ingesta de alimentos por razones de clima, el cuerpo utilizaba las reservas almacenadas como combustible.
Al carecer de esta flexibilidad nuestro metabolismo se encuentra atrofiado y nuestras células hacen resistencia a la insulina. De esta forma cada poco tiempo sentimos hambre en un intento del cuerpo por ingerir constantemente hidratos de carbono para obtener energía, cayendo en un círculo vicioso que nos hace ingerir más energía que la que realmente necesitamos, almacenando el excedente y aumentando en problema.
Sin embargo, nuestro cuerpo puede recuperar la flexibilidad metabólica al igual que sana una herida, pues por naturaleza tenemos las herramientas para conseguirlo, sólo necesitas estar bien orientado y en 8 Mets Bilbao te ayudamos a lograrlo mediante una rutina de ejercicios y la nutrición adecuada a tus necesidades calóricas, para que mantengas una buena condición de salud y un mejor nivel de vida.
Una buena flexibilidad metabólica favorece que durante ayunos prolongados, periodos de poca ingesta de alimentos y grandes esfuerzos físicos, se utilice la grasa como combustible sin sufrir hipoglucemias, ni sentir hambre a las pocas horas, minimizando la pérdida muscular y siendo más eficaces a la hora de utilizar la grasa como energía.