Desde el punto de vista clínico la salud tiende a medirse según nuestro nivel de colesterol, presión sanguínea o azúcar en la sangre, pero tu corazón también tiene algo que decir y es que cada vez más expertos se inclinan por tomar en cuenta como indicador, la variabilidad de la frecuencia cardiaca o HRV (Heart Rate Variability).
Por naturaleza, los latidos de tu corazón son irregulares, varían de tiempo entre cada latido, aportándonos mucha información sobre tu salud y desempeño deportivo.
¡Cuanta más variabilidad mejor!
Así es, un corazón muy regular (baja variabilidad de la frecuencia cardíaca) se asocia a varios trastornos como enfermedades coronarias, síndrome metabólico, diabetes, cáncer, ansiedad y depresión y deterioro cognitivo.
Por el contrario, una elevada variabilidad de la frecuencia cardiaca está asociada a un envejecimiento más saludable y un mejor nivel físico general.
Un HRV elevado es señal de un corazón y sistemas nerviosos flexibles, capaces de mantenerte centrado a pesar de todos los cambios estímulos, condiciones o situaciones que generan estrés. No sólo respondes bien, te fortaleces.
Factores que impactan en el HRV
Entre los factores que existen podemos hablar sobre los que inciden a corto y largo plazo:
La actividad física: Fortalece el corazón y mejora el HRV a largo plazo, pero a corto plazo el ejercicio es un estresor y activa por tanto el sistema nervioso simpático, por ello todo dependerá de tu tiempo de recuperación.
Dormir: Después de aplicar un estresor, tu cuerpo requiere descanso. Sin recuperación no hay adaptación.
El ayuno intermitente y duchas frías: A corto plazo son estresores, pero a medida que te adaptas fortalecerán tu sistema parasimpático y por tanto tu tolerancia al estrés de todo tipo, mejorando tu HRV
Evaluar el progreso del HRV te permitirá conocer tu grado de estrés y tu respuesta al mismo. Consciente de ello podrás tomar medidas a tiempo.