Ritmos Circadianos

Imagina un reloj maestro que regula los mecanismos fisiológicos del organismo,  pues eso son los ritmos circadianos, relojes que regulan los cambios, físicos, mentales y conductuales  de nuestro ser, que siguen un ciclo de 24 horas y que responden principalmente a la luz y a la oscuridad. Dormir por la noche y estar despierto durante el día es un ejemplo de ritmo circadiano.

Afecta muchos aspectos  fisiológicos como por ejemplo el comportamiento, pues hay horas del día en que te encuentras más activo y tienes mayor capacidad de aprendizaje y otras que no. A nivel bioquímico hay hormonas en sangre que aparecen con ritmisidad circadiana que tiene que ver con el metabolismo de la glucosa como la insulina, la melatonina u hormona del sueño, el cortisol que es la hormona del crecimiento, entre otras.

Otras señales que afectan estos ritmos además del ciclo de luz, son las relaciones sociales, la temperatura  y  la comida.

Cada persona tiene unas variantes genéticas que son las que van a dictaminar un poco el ritmo biológico. Los problemas comienzan a surgir con los patrones de comportamiento  a los que la sociedad actual nos obliga a ajustarnos.

La importancia de mantener los relojes sincronizados

Estudios demuestran que muchas de las enfermedades crónicas modernas como el cáncer, diabetes,  alzhéimer  entre otras, se elevan cuando nuestros relojes se desincronizan,  ya que nuestros genes varían según el ciclo de luz y sol, alterando la función de nuestros órganos , la secreción de hormonas y  nuestra capacidad de regeneración. Cuando todos estos procesos ocurren a destiempo,  enfermamos.

El mundo moderno desajusta nuestros relojes internos – que responde a ciclos de luz y oscuridad- desde que nació la luz artificial alterando los patrones bilógicos de migración y alimentación.

Lo que hoy ocurre es que nos exponemos a luces tan intensas que nuestro reloj bilógico no sabe qué hora es exactamente y pierde la noción del tiempo, un ejemplo de ello son las personas que trabajan en horario nocturno o los que viajan mucho en avión, prácticas que atentan contra nuestra biología.

Asimismo, cuando nos exponemos a la luz de ordenadores, tabletas o móviles, nuestro cerebro no sabe bien qué hora es y esto reduce la producción de melatonina.

La comida también cuenta, sabemos que nuestro sistema digestivo es más eficiente en el día y sabemos que quienes comen más de noche engordan más. Comprimir la ventana de alimentación o el espacio de tiempo, ayuda a sincronizar nuestro ritmo circadiano, por ejemplo   el ayuno intermitente del cual hemos hablado en artículos anteriores.

En resumen vivimos en un mundo con grades tecnologías que resuelven muchos problemas del pasado, pero que crea nuevos, algunos nos aíslan de los estímulos del pasado que necesitamos para sincronizar los ritmos circadianos. Por mucho que avancemos a la era espacial, nuestros cuerpos siguen respondiendo a estímulos primitivos

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